Sin perder más tiempo deberíamos mandar las tropas a París. Nos pueden obligar a subir el IVA, a retrasar la edad de jubilación, a reformar nuestros bancos y nuestro mercado laboral, pero que no nos toquen a nuestros
superdeportistas triunfadores en todo el mundo mundial. Hasta aquí el tono sarcástico.
Al parecer unos muñecos en una televisión francesa pueden hacer que este país clame al cielo, que el gobierno pida una explicación oficial y que nos enfademos mucho mucho hasta dejar de respirar.
El "deporte español", que tantos éxitos nos ha dado, está compuesto por personas particulares, por lo que parece buena gente en general, que han conseguido triunfar donde antes ni se conocía al deporte español. Pero no nos engañemos, se ha juntado una generación de deportistas excelente que no tiene porqué repetirse (o sí) ni durar para siempre (eso seguro que no)
Si un muñeco, en un programa de un canal de una televisión francesa, saca la lengua a un deportista español no se le puede denunciar ante la Corte Internacional de Justicia por malo. Queda ridículo.
Pero aquí tenemos tendencia a entonar el
"a por los franceses" en cuanto surge la mínima oportunidad. Porque aquí sabemos que "los franceses" (concepto que no estaría mal que se definiera) nos tienen una profunda envidia pues al parecer no les dejamos ganar las competiciones deportivas que organizan. Y eso les enfada mucho, mucho. Están todo el día pensando en eso. Otra cosa no, pero aquí les conocemos bien... ¿o no?
No nos vendría mal envidiar el tejido productivo francés, mucho más flexible que el nuestro, que les permite mejores sueldos y mayor estado del bienestar. A lo mejor envidiándolo intentábamos imitarlo y hacíamos de este país algo más que un vendedor de sombrillas (para el sol), ladrillos (para las viviendas) y deportistas (para el ego).
Respecto al dopage en el ciclismo español: Alejandro Valverde, Óscar Sevilla, Roberto Heras, Manuel "Triqui" Beltrán, Ibán Mayo, Mikel Astarloza... La operación puerto, un caso muy sucio y lamentable de dopaje en el ciclismo español y que lo va a marcar por mucho tiempo. La desconfianza se gana a pulso. Yo creo que Contador no se ha dopado pero tampoco tengo pruebas. Le creo porque quiero hacerlo, sin más
(1). No justifico con esto que se acuse a deportistas que nada han tenido que ver nunca con el dopaje. Pero cuanto más caso y más importancia se le dé a un chiste de un muñeco, más importancia tendrá. Y no la tiene. El ministro de Educación, Cultura y Deporte se ha ganado un guiñol en el conocido canal francés de televisión.
(1) Lo creo porque pudiendo haber aceptado un año de suspensión y la pérdida del Tour del 2010 prefirió demostrar su inocencia. Inocente fue cuando creyó que podría probar que el clenbuterol encontrado en su sangre provenía de un filete con gordo, duro y que se le hizo bola, que le habían traído directamente de una carnicería donostiarra . Pero eso es difícil de probar y alguien se lo tenía que haber explicado.